jueves, 19 de marzo de 2015

Cállense, no digan ni hagan. Estos hechos nos llaman a cerrar filas, a no ser indiferentes.

Miguel Ángel Albizures
Los catedráticos, pueden decir lo que quieren, muchas veces no dicen lo que deben, pero tienen el derecho de expresarse libremente. Los diputados, irresponsablemente dicen lo que quieren y no hacen lo que deben, pero son los diputados. Las autoridades hacen y dicen lo que les da la gana, al igual que el ministro de Gobernación que declaró que “se trata de una familia poderosa” la que posiblemente está atrás del crimen de los periodistas. ¿Era ese un mensaje para que les dé tiempo a cerrar cuentas bancarias, se refugien en el país vecino o en otro departamento y escapen a la justicia? Yo creo que sí, pero además, creo que se protege al jefe edil, amigo de los “Oajaca”, que acostumbra amenazar a quien critique los malos manejos en la muni.

No se trata solo de lo que sucede en Suchitepéquez, sino de la desprotección de los periodistas en todos los departamentos. Los de Izabal, tienen mucho que decir de las amenazas, de la autocensura, como sucede en Jutiapa, en Chiquimula o Zacapa, para no mencionar otros como Huehuetenango en donde el crimen organizado se mueve a sus anchas y tiene conexiones con autoridades que les protege. La extrema derecha ha sido cómplice de los sectores que quieren callar a los periodistas, pues no hay que olvidar los juicios, las amenazas y la campaña de desprestigio contra varios periodistas que han hecho los miembros de la Fundación Contra el Terrorismo, tienen ese objetivo. No se trata pues, solo de los narcos o de los funcionarios, sino de aquellos que quieren que perdure la impunidad en Guatemala. Por eso hay una oposición rotunda de la derecha y del Gobierno a la continuidad de la CICIG, pues hay temor a las investigaciones, a la profesionalización de los operadores de justicia, pues quieren que siga la corrupción, al sicariato, al narco y la infiltración hasta el tuétano de las fuerzas de seguridad del Estado.

Por qué insisten en decirnos: Cállense, no digan nada, no critiquen, no denuncien, no escriban babosadas que lleguen al hígado de funcionarios. ¿Para qué se meten en lo que no les importa?, ¿por qué andan husmeando en todas partes?, ¿por qué disparan sus cámaras contra los funcionarios? Pero por suerte hay muchos periodistas que son y seguirán siendo necios, tercos, intrépidos, arriesgados, aunque digan que a las autoridades no se les toca ni con el pétalo de una rosa, mucho menos con una cuartilla que describa sus fechorías o desplantes.

Estos hechos nos llaman a cerrar filas, a no ser indiferentes, a denunciar las amenazas por simples que parezcan, y a exigir que se proteja a los periodistas de los departamentos y municipios que están en total desprotección. Tiempo es ya que los gobernantes entiendan que la libre emisión del pensamiento, es parte fundamental de un Estado democrático y que, el libre ejercicio de la profesión del periodismo, es una muestra de ello. Si a nosotros nos callan, callarán al pueblo que no tiene los medios para decir lo que sucede en este bello y horrendo país.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150319/opinion/10099/C%C3%A1llense-no-digan-ni-hagan.htm

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