domingo, 30 de noviembre de 2014

A 31 AÑO, JUANITA, ISAURA, ELENA Y CARLOS ¡¡PRESENTES!!

 Secuestro y asesinato de la familia Najera Ramirez Hernandez


El 28 de noviembre de 1983, en la aldea Santa Inés Pinula, municipio de San José Pinula, departamento de Guatemala, un grupo de hombres armados, con la colaboración de un comisionado militar, capturaron a Juana de Jesús Ramírez López, María Isaura Hernández Martínez Carlos Nájera Ramírez - los tres militantes de la ORPA - y a Elena Rixtun. A los seis días de la captura, encontraron el cadáver de Juana enterrado como XX en Cuilapa, Santa Rosa. Diez días más tarde, se encontró el cadáver de María en Barberena, Santa Rosa, y los cuerpos de Carlos y Elena aparecieron en la ciudad capital. Todas las víctimas presentaban evidentes señales de tortura.  

Carlos Najera, Elena Rixtún de Najera e Isaura Hernández de Najera















El duraznal y el general.
De pronto te digo, madre, que se acerca despacito la consigna…
Y recuerdo, tu despedida a la sombra del duraznal…
La rendija de la puerta que magnifico la obscura silueta de quien obligó la despedida…
Recuerdo el callejón con frescas pisadas, diminutas pautas levantadas al viento tras el paso criminal.

Juana de Jesus Ramirez de Najera
Con toda la ventaja de por medio,
Con tranquilidad herencia de los d...ías de sombra se los llevaron,
Como quien se lleva un mueble, una bolsa, un sombrero, una pita, un respiro
No bastó saberte el único soporte y consuelo de los ojos inocentes que siguieron tu blanco camisón hasta perderlo… junto a la paciencia del regreso…

Pero madre, despacito, con sonido de radiola contadora de segundos
Canción de recuerdo, escuchan tu nombre y el de todos,
Mil rostros les pasan por la mente, incapaces de darle tu nombre a uno solo de ellos,
De pronto madre, reconocen un conjunto de vacios…
ISAURA
Y los que quedamos, los ojos que esperaron tu ternura, las manos a media asta,
Quemaron cuetes,
Abrazaron otros cuerpos
Lloraron de sonrisas
Se dijeron ¡Al fin!
Porque sabes madre, hoy empiezan generales a escuchar los nombres
Escucharán los gritos y sollozos y el retorcer de torniquetes casi a reventar,
Nadie pone las rancheras a todo volumen, no hay macana ni toques eléctricos,
Y sentirán lastima, de verse al espejo y reconocer en el reflejo a un maldito y simple militar,

Sentirán el miedo recorrer sus cuerpos, y querrán ordenar y masacrar y volver a masacrar,
Pero a la mañana siguiente cuando vuelvan al espejo,
Encontraran en su reflejo a un maldito, prepotente y arrugado criminal.

Vez entonces, madre, jamás imaginaron…
La justicia hoy se acerca y tímidamente se posa a la sombra del recuerdo de aquel viejo duraznal.
…Y los que quedamos, quemamos cuetes y regamos flores… en nombre de los miles que no están.

Raúl Nájera.
Febrero 2013.

Calle 13 en Guatemala: "Sí hubo genocidio"


Por SONIA PEREZ D.
Published: Today


René Pérez de Calle 13 durante un concierto del dúo puertorriqueño de música urbana en la ciudad de Guatemala, el sábado 29 de noviembre del 2014. (AP Foto/Luis Soto)
GUATEMALA (AP) - El dúo puertorriqueño de música urbana Calle 13 rindió homenaje a las víctimas de la guerra en Guatemala en un concierto en la capital el sábado por la noche y apoyó la idea de que en el país centroamericano "sí hubo genocidio".
"Aquí en Guatemala se declaró un genocidio y ningún país del mundo lo merece... se los digo con todo el corazón, porque soy boricua, yo soy de acá", dijo el vocalista René Pérez.
Al interpretar la tercera canción, "El aguante", el músico también conocido como "Residente" se cambió y apareció con una camiseta negra con letras blancas en la que decía "#sihubogenocidio", en alusión a la lucha que llevan miles de víctimas del conflicto armado.
La misma le fue entregada por representantes de organizaciones de derechos humanos antes del concierto, junto a la sentencia que por el genocidio de 1.771 indígenas ixiles guatemaltecos fue condenado en mayo de 2013 el exdictador José Efraín Ríos Montt pero que 10 días después fue anulada por la Corte de Constitucionalidad de Guatemala.
La declaración de Pérez causó aún más revuelo, pues su concierto se realizó en el estado del Ejército, institución que, según un informe auspiciado por las Naciones Unidas, junto a paramilitares fue el responsable de la muerte del 97% del total de víctimas de la guerra.
Guatemala vivió un conflicto armado de 36 años, entre 1960 y 1996, el cual terminó con la firma de los Acuerdos de Paz. Según la ONU, la guerra dejó un saldo de 245.000 personas muertas y desaparecidas.
El cantante pidió a los presentes "que se abracen o besen, aunque no se conozcan, como hermanos... Hay que celebrar la vida, Guatemala", dijo.
El publicó explotó cuando entonó "después de ver cómo se mueven las guerras y las guerrillas / ¿tú crees que le voy a tener miedo a tu pandilla? / Dispara cuando quieras raperito maliantoso / Aquí no gana el más maliante, gana el más ingenioso", de su canción "Adentro".
Pérez pidió poner fin a la violencia en uno de los 10 países considerados más violentos del mundo.
http://mnnes.vrvm.com/mnnes/db_15944/contentdetail.htm?contentguid=XWXYIljt

30 DE NOVIEMBRE DÍA DEL PERIODISTA


30 DE NOVIEMBRE DÍA DEL PERIODISTA
SALUDOS FRATERNALES A TODAS Y TODOS LOS PERIODISTAS
Cada 30 de noviembre se celebra en Guatemala el Día del Periodista. Su origen está plasmado en el acta de sesiones 33 de la incipiente Asociación de Periodistas de Guatemala (APG), realizada el 4 de agosto de 1948.
En ella, la propuesta inicial de Lorenzo Montúfar era establecerlo el 21 de agosto en alusión a San Francisco de Sales, declarado patrono de los comunicadores, durante la guerra de los hugonotes en Francia. Sin embargo fue David Vela quien propuso definirlo el 1 de noviembre, fecha del primer tiraje de La Gaceta de Guatemala en 1729. En un acta posterior se informó que la edición fue para todo el mes. Por este motivo fue fijado el día 30.
En 1972, declarado como Año de la Prensa Nacional por el XXV aniversario de la APG, el Congreso emitió el decreto 47-72 que da legalidad a la celebración
H.Morales.

Periodistas de una pieza.

A decir verdad estoy maravillada con el mundo de la lectura que es literalmente nuevo para mí.
Absorta me he encontrado con lecturas realmente edificantes, columnas de periodistas que denuncian, que cuestionan, que tienen el aplomo de volver letras el sentir de un pueblo. La revelación de una minoría invisible. Que se detienen a observar la movilización del poder mediático y lo evidencian. Que se informan, que no escriben por llenar un espacio con la finalidad de mostrar la capacidad de su coeficiente intelectual en espera de halagos y reverencias. Que no difaman, que no se escabullen, que no actúan en expectativa de un reconocimiento que los lleve a la inmortalidad.
Periodistas que no son de medias tintas, que no utilizan el privilegio de la oportunidad para lucirse y obtener – a causa de conspirar- exclusivo beneficio personal. Una voz en una estación radial que no es parte de la masa oportunista. Un declaración en un noticiero que evidencia la corrupción.
No es sencillo ser periodista consecuente, quienes lo son incomodan al sistema, a las mafias, a los hampones que todo lo compran y todo lo venden con tal de obtener el poder y vivir en la soltura de la impunidad.
El periodista congruente no obedece, es rebelde, su expresión es rebelión. Se lee en las columnas de periódicos, en las bitácoras personales, en las redes sociales, en los medios independientes, se les ve en las calles, se les siente en la dignidad y en el agradecimiento.
Incontables los que por defender lo que es justo han perdido la vida. A cuántos ha enfosado la historia, a cuántos ha mancillado el sistema. Cuántos han sido torturados por negarse a revelar, por negarse a obedecer órdenes de ultratumba. A cuántos los desapareció la impunidad y sus nombres y sus denuncias lanzadas a las cunetas de una calle cualquiera. A cuántos se les degolló y su sangre formó ríos en la inadvertencia de las lluvias. Tanta sangre seca lloran las callejones de las viejas ciudades en remembranza de los Gorriones de Pecho Amarillo y de las Chicharras de Más de un Verano.
Los nombran las alboradas cuando se imprimen los matutinos donde también escriben los lastres que se arrodillan y venden su dignidad. Los que desde el privilegio son la boñiga fétida de la traición. Que acumulan fortunas porque han vendido la libertad por la sumisión. Que prefirieron ser parte de los desleales. La vena se respeta y se defiende con la vida. La voz no se esconde y no se calla, la voz es el elogio al privilegio de seguir resistiendo.
Cuántos han perdido el anhelo pero no la memoria. Cuántos han sido humillados y aún así han seguido en la vereda donde los escupen los delatores cuando los ven pasar bien pijeados pero con el pulso entero.
Son los que en sus letras y sin medios renglones afirman que la sangre es roja y no destiñe. Van por ahí con una libreta y un lapicero, con una cámara fotográfica, con un video, van por ahí con la ilusión a leguas marchita, bien pijeados pero continúan porque saben que reverdecerá en quienes los leen, en quienes los escuchan, en quienes los ven, en quienes los sienten en su indignidad y su lucha.
Son ellos pues canto de grillos, luz de luciérnagas, belleza de libélulas. Tienen el encanto de un pétalo de flor de anís, la mirada clara de un lago dormido, la sangre viva de una ola de mar en tempestad. Son trasparentes como las gotas de lluvia. Son espejos. Son puentes. Ellos son las columnas y tejados de todo un pueblo. No entienden de fronteras, ellos habitan los faroles del mundo entero porque son los quinqués que nos iluminan. Porque como dice una Chicharra Numen al referirse al compromiso de denunciar: “esto es para toda la vida.”
Gracias por existir, por su palabra, por sus voces, por el legado, por la semilla fértil, gracias por ser de los periodistas de una pieza. Que conste, esto lleva dedicatoria especial, que no cualquier hijo de vecina que porque tenga cartón crea que esta migrante indocumentada le dedica una sola de estas letras. ¡Papo!
Ilka Oliva Corado.
Noviembre 30 de 2014.
Estados Unidos.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Violencia social y política. Silencio cómplice de la sociedad que pierde sensibilidad humana.

MIGUE ANGEL ALBIZURES
“Hablar de violencia, no es solo la violencia física, sexual, psicológica o patrimonial, muerte y asesinatos, es hablar de la violencia laboral, la violación del derecho humano al trabajo”, señaló en su comunicado la Asociación de Trabajadoras del Hogar a Domicilio y de Maquila (Atrahdom), el pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, pues ciertamente las condiciones de semiesclavitud y salariales en que realizan millares de mujeres su trabajo, en casas particulares o fábricas de maquila, es violento sin que las autoridades hagan nada por hacer cumplir a los empresarios las leyes laborales del país.

Por ello señalan también que: “Sufrimos la discriminación por demandar el cumplimiento y respeto a nuestros derechos laborales, y hemos sido sujetas a engaños por parte de las propias autoridades de los gobiernos de turno. Nos toca que vivir a diario la persecución, la violencia, la pobreza, el hambre, la discriminación, el abuso, el acoso, el hostigamiento y la muerte”, pues según las estadísticas 535 mujeres fueron bestialmente asesinadas entre enero y septiembre de este año, y solo en octubre pasado 67 perdieron la vida, entre ellas, muchas niñas y adolescentes que han carecido de la protección del Estado, pues de las 57 mil denuncias presentadas, dos mil han llegado a proceso, y de ellas menos de 500 a sentencia y condena de los responsables de estos hechos.

El silencio de la sociedad también es violento, cuando no se escuchan las voces de protesta ante el asesinato de más de dos mujeres diariamente, o cuando no se denuncia la violencia intrafamiliar que ocurre en su vecindad o en su misma casa. Hace falta tomar conciencia que estos hechos siguen sucediendo, no solo por la falta de persecución penal y la no aplicación drástica de la justicia, sino por el silencio cómplice de una sociedad que ha ido perdiendo la sensibilidad humana y que no pasa de repetir lo que dicen las autoridades: “era o tenía relación con las pandillas”, “a saber qué hizo”, o “quién sabe en qué andaba metida”, pues nada justifica los golpes, la violencia psicológica ni mucho menos la muerte de tantas niñas, jóvenes y mujeres adultas.

Agregado a ello, la criminalización de los conflictos sociales ha llevado a la tumba y a la cárcel a varias mujeres por ejercer su derecho de petición y de protesta, tal el caso de Bárbara Díaz Surín, capturada el 29 de octubre por un grupo de 40 agentes, acusada supuestamente de un homicidio cometido en abril, y quien el 30 prestó declaración sin traductor, permaneciendo detenida hasta la próxima audiencia que será en febrero de 2015, mientras sus siete hijos quedan en el abandono, pues se le negó la prisión domiciliaria que sí se le aplica a responsables de genocidio.

Mi marido me engaña con otra.

Estoy en la última tregua de mi quinto sueño cuando es interrumpida por gritos que llegan de la calle, pienso que puedo estar teniendo una pesadilla, me doy vuelta y me acomodo en la cama pero los gritos siguen y cada vez más fuertes. Me termino de despertar, veo el reloj son las cinco de la mañana, en sábado. A la grán, qué pasará, me pregunto. Es común en el suburbio donde vivo que los proletarios se emborrachen decepcionados de la realidad migrante indocumentada y que les amanezca y ellos ahogando las frustraciones en el licor. Vivo en un pueblo habitado en el 99% por migrantes indocumentados que trabajan en los suburbios de judíos millonarios que están en los alrededores. Es común verlos tomando después de las cinco de la tarde, de lunes a viernes y seguir la borrachera los fines de semana. Solo con licor se logra engañar la realidad del invisible.

Algunas veces he salido al balcón y les grito que dejen dormir, en otras cuando les da por pelearse a puño cerrado les digo que voy a llamar a la policía y que por andar peleando nos van a terminar deportando a todos, se tranquilizan. Pero cuando las peleas tienen que ver con violencia doméstica, no hay palabra que los calme. Les dan con todo a sus parejas, con odio, con cólera, con el orgullo de machos heridos, ofendidos en su honor. Ellos sí pueden engañar a sus parejas pero a ellas que ni se les ocurra contestar al saludo de otros hombre porque sino van a terminar en el hospital es porque las matan a golpes.
Medio adormilada me asomo a la ventana, veo que son los vecinos que viven en el edificio, una pareja de africanos recién emigrados que hacen fiestas de jueves a domingo y se les llena el apartamento de invitados africanos. El regué traspasa las paredes de cartón y es difícil conciliar el sueño. No les digo nada, entiendo ese malestar del recién emigrado, cada quién lo vive a su estilo, unos con licor, otros con fiestas, otros con sexo, drogas. Añoramos todos el ayer y las reuniones familiares, a los amigos y las fiestas del pueblo. Aquí en un intento por mantenerlas se hacen ese tipo de reuniones en los apartamentos que con el tiempo van desapareciendo. Los dejo que las vivan con toda su euforia, en un par de años las habrán olvidado y serán parte del acopio de la post frontera. Todo pasa en esta vida.
Salgo al balcón y veo en el estacionamiento a por lo menos una docena de mujeres y unos ocho hombres, la pelea es de una pareja, por lo que entiendo que le grita la mujer reclamándole, el hombre besó a otra en la misma fiesta, y ella la está retando a los golpes, tiene un bate en la mano, la otra no quiere salir del carro que tiene encendido, la del bate comienza a quebrarle las luces traseras, todos gritan alarmados. El hombre que besó a la otra se siente privilegiado no se mete, lo veo riendo disfrutando del espectáculo. Por fin sale la que estaba en el carro y se agarran a golpes, logran separarlas. Les pego un grito desde del balcón, que se tranquilicen o voy a llamar a la policía, que dejen dormir. Piden disculpas pero la pelea sigue, hasta que el hombre se levanta de la banqueta, y las insulta arranca su carro y se va. La esposa acusa a la otra de metérsele por los ojos al marido, pero nunca vi que le reclamara al marido por besar a la otra.
Peleas así hemos visto todos. No sé cuántas veces en mi vida he escuchado a mujeres decir: mi marido me engaña con otra. Mi marido me pega, se emborracha y me pega, se droga y me pega, me viola cuando está borracho. Me obliga a tener sexo con sus amigos cuando se droga. Me pega así sin razón. Yo pregunto: ¿tiene que existir una razón para aceptar la violencia de género? La pregunta del millón: ¿y por qué no lo deja? Es que lo quiero. Es que cuando está sobrio me pide disculpas. Es que la gente va a hablar. Es que no puedo sola.
Ayer me preguntaba una muchacha mientras me enseñaba un número telefónico que tenía en su celular, si pertenecía a Guatemala, el número era de otro país, me dijo que registrando el celular de su marido a escondidas suyas, se lo encontró en WhatsApp y leyó la conversación y quiere averiguar quién es la mujer que se le está metiendo por los ojos a su esposo para darle su merecido. Me le quedé mirando. La invité a sentarse. ¿Tu esposo te engaña con otra? Sí. Bueno entonces dejálo. Para qué querés estar con alguien que te engaña todo el tiempo, porque imagino que no es la primera vez. No, siempre lo hace. Imagino que también te pega y te violenta sexualmente y te insulta todo el tiempo y te dice que no vales como mujer. ¿Cómo sabes? Porque son las señales claras de que tenés un esposo machista y abusador. Pero son ellas las que se le meten por los ojos, se las tengo que andar espantando, sino fuera por ellas él estaría bien.
En primer lugar –le dije- es una falta de respeto que toqués su celular, no es tuyo, además leer conversaciones ajenas, un hombre cuando es fiel aunque otra mujer se le desnude enfrente no la toca. Así de simple. Aquí el problema no soy ellas. Independientemente de eso, si hay otra o no, no puedes permitir que te abuse. A la muchacha no la conozco una conocida en común le dijo que yo era de Guatemala y se acercó para preguntarme por el número.
En mi adolescencia me tocó no sé cuántas veces ser intermediaria cuando dos patojas se estaban peleando por el mismo hombre -jamás en la vida una mujer debe pelear con otra a causa de un hombre,si tantos que hay  hasta para  hacer chinchilete- me tocaba ir a separarlas cuando se estaban desgreñando, acusándose una a la otra de andar de cusca. Los mismos patojos me iban a buscar para que fuera a separarlas. Para ellas el hombre era un santo que era obligado a caer en el pecado. Patrón de crianza. Así nos educan.
Me tocaba agarrarlas a ambas de las greñas y sentarlas y quedarme yo en medio y conversar con ellas. Explicarles con manzanas qué es la dignidad, y a mi manera el amor propio. Aunque en esos años mi autoestima estaba por los suelos, -ni sabía lo que significaba la palabra- nunca tuve problemas de esa índole con hombres, siempre fui clara y directa,  la puerta siempre ha estado abierta y quien quiera puede salir a la hora que guste, no hay ataduras en la relación ni codependencias, no tolero la falta de respecto, la traición ni la infidelidad. Y sí me han sido infieles y les señalo la puerta aunque me esté muriendo de amor.  También con las mínimas señales de una patología no dejo que crezca. Creo que me ha ayudado mucho la autonomía de trabajar desde niña y ganarme mi comida sola con mi trabajo, y no depender emocionalmente de nadie.  Ni del cordón umbilical.  Y me  vale pura estaca lo que la gente piense.
Y desde el cordón umbilical tenemos que educar a nuestras niñas a ser autónomas, a que no dependan emocionalmente de nadie, que no permitan el abuso como patrón establecido como normal, como parte del matrimonio, de una relación de pareja. Que la mujer debe aguantar insultos, golpes, engaños. No, en ningún momento. Educar a nuestros niños a que respeten, que agredir a una mujer es una bajeza. Viviendo en este país me he dado cuenta que no importa el lugar de origen, de qué continente sea, el machismo domina y nos enseñan a las mujeres, en casa, en la escuela, en la comunidad, en la televisión, que nuestro papel debe ser el de aguantar y quedarnos calladas porque sin el respaldo de un hombre no valemos nada. Es falso. Valemos por nosotras mismas, por lo que somos. No necesitamos el apellido de un hombre, ni su dinero, para realizarnos y sentirnos plenas.
No tengo nada contra los hombres, me siento más cómoda en grupos de hombres que de mujeres, mis amigos del alma son hombres en su mayoría, crecí rodeada de hombres. Me gusta conversar más con hombres que con mujeres. Mucho de mi forma de pensar es producto de mi estrecha relación con los hombres.
Cuando hay hijos de por medio la decisión de separase aunque involucre inestabilidad emocional para los niños en ese momento, debe ser tomada, porque más daño se les estaría causando si una mujer se queda en un hogar donde no hay serenidad, comprensión, amor, y que al contrario hay abuso constante, engaños, golpes. Los niños crecerían bajo ese patrón y lo verían como normal, normal que una mujer aguante golpes e insultos y normal que el hombre agreda y engañe.
Quedan preguntas en el aire, ¿qué hacemos como sociedad cuando una mujer dice, mi marido me agrede física y emocionalmente? ¿Qué hacemos cuando una mujer calla el abuso? ¿Lo solapamos? ¿Qué hacemos cuando una mujer decide salir de ahí y empezar sola? ¿La señalamos, la juzgamos, la apoyamos, la dejamos ser? ¿Qué sucede con el abusador, lo aplaudimos?
Hoy que me levantaron esos gritos de las enfiestadas agrediéndose a causa de un hombre, me puse a pensar en todas las mujeres que me han dicho: mi marido me engaña con otra y me agrede, ella es la culpable, el pobre qué puede hacer si se le someten. Entonces pienso que a la grán, nos queda tanto trabajo por hacer para arrancar de raíz esos patrones de crianza patriarcales tan obsoletos y dominantes. ¿Y usted, qué tal, cómo amaneció?
Ilka Oliva Corado.
Noviembre 29 de2014.
Estados Unidos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

El éxito es de fábula.

Ilka Oliva Corado

Ilka Oliva Corado
De dos años para acá me abordan con más frecuencia con preguntas como: ¿Qué se siente ser una escritora famosa? ¿Qué se siente ser tan exitosa? ¿Qué se siente tener un blog que sea leído en tantos países? ¿Qué se siente que traduzcan tus artículos a otros idiomas? De dos años para acá, más personas quieren tomarse fotografías conmigo, quieren un autógrafo, me escriben para ver la manera de que yo cuente sus historias en mi blog.
Yo creo que a veces solemos sobre dimensionar las cosas e idealizar a otros seres humanos que son tan mundanos como nosotros y eso siento que pasa conmigo por la forma en que últimamente me ven. Llegan las invitaciones para los eventos sociales donde quieren darme reconocimientos por “mi excelente aporte a la comunidad indocumentada…” “por mi prodigiosa labor literaria…” reconocimientos que en algún momento me van a querer cobrar haciendo cosas que van contra mi dignidad. En donde tendré que faltarle el respeto a mi palabra y a mi letra. Los reconocimientos son armas de doble filo hay que ponerles cuidado.
Debido “a mi éxito” y lo pongo entrecomillado porque la palabra tiene tantos significados que ninguno es real porque el éxito no existe, no como nos lo venden, el éxito no es lo que nos dicen desde que somos niños y por lo que nos obligan a luchar y a ser infelices en su búsqueda y cuando no lo logramos, seguimos creyéndonos unos fracasados cuando en realidad no lo somos. Debido a ese éxito de fábula, personas que creí amigas han querido hacer de mí su trofeo, exponerme en una vitrina y desnudarme, dejar los afectos a un lado para utilizar la voz de la poeta, la prosa de la escritora. Cuando en realidad para los amigos del corazón no existen las etiquetas. Entonces ese éxito engañoso los desenmascara y cada vez me voy quedando más sola por mi propia decisión y satisfacción. Cuando llega “la fama” abundan las labias, los falsos apoyos, la sonrisa de fotografía, pero los verdaderos, los de una pieza están cuando uno está en el culo del abismo, comiendo mierda, y ellos no necesitan de fotos, de etiquetas ni de menciones. Ellos están siempre en la sombra, atrás de los reflectores ellos son la zona de confort.
Me llueven los pretendientes que están en cargos públicos, que son “representantes de migrantes” “artistas” políticos, que se acercan y me dicen: me gustaría casarme contigo, le darías relevancia a mi carrera, tener una esposa escritora ayuda mucho con la proyección, a cambio tendrías una estabilidad económica, mi apellido y los documentos para que viajes a donde tú quieras. Aprovechá porque la edad se te va a pasar y con ella lo bonito. Me agarra ataque de risa cuando escucho este tipo de propuestas. Y les contesto: no ha nacido el hombre que me pueda comprar porque simplemente no me vendo.
Y es así, que no me vendí cuando era niña tan indefensa y no tenía qué comer, mucho menos lo haré hoy y así me toque seguir tragando polvo toda mi vida. Mi dignidad la respeto. Mi otra faceta la que realmente me da de comer y con la que pago el alquiler de mi apartamento nadie la menciona, porque es vergonzosa, los incomoda, no es jactancioso decir que tienen una amiga que trabaja limpiado baños y trapeando pisos, y ahí está lo curioso que los afectos verdaderos en mi vida son los que saben que aspiro alfombras y que me explotan en los trabajos y que los empleadores me restriegan en la cara mi realidad indocumentada. A ellos no les interesa tener una amiga escritora ni poeta. Tampoco una novia o una amante que firme autógrafos. Ellos quieren a la Ilka mundana que se equivoca, se cae y se vuelve a levantar.
Es confuso esto de la fama, la personas suponen mucho más de lo que es real.
Así sucede con el “éxito” que ha alcanzado mi bitácora en los dos últimos años, desde que el nombre Crónicas de una Inquilina la internacionalizó. Sí es leída en los cinco continentes y todos los días recibo mensajes prevenientes de distintos países. Lectores que me cuentan que mis escritos les han tocado el corazón, que se identifican con ellos, que sienten que conté sus historias de vida, que desnudé sus dolores y nostalgias, que reviví sus frustraciones. Que los hice reír y llorar. Y es hermoso recibir estos mensajes, es motivante y a la vez una apacible sensación de saber que allá afuera mis letras dejan huella en seres que tal vez nunca conoceré en persona.
Últimamente las invitaciones para asistir a fiestas organizadas por consulados, en las que hay que ir vestida de etiqueta nunca borrar la sonrisa y estar atenta a la posibilidad de un buen   pretendiente para ser amante pagada con tarjeta de crédito. Todo esto desde mi fama de escritora, jamás llegaría una invitación así a una limpiadora de casas. Yo prefiero honrar a la limpiadora de casas, la escritora no necesita de esos altos vueltos para sentirse viva.
Hay momentos en la vida –porque llegan cuando uno menos se lo espera- en que se pone en juego la dignidad. Y uno tiene que tomar la decisión si faltarle al respeto o continuar custodiándola y dejar ir las “ atractivas oportunidades” éstas ofrecen: contactos, pasarelas, conocer lugares nuevos, posible bienestar económico, proyección, que en conjunto conforman lo que   la sociedad le llama éxito. El éxito no tiene nada que ver con los afectos, la sinceridad, la confianza y la lealtad. Estos están atrás de los reflectores. Y toca decidir, la luz o la oscuridad.
Llegan invitaciones también para ser parte de colectivos, notas puntuales firmadas con etiquetas de licenciaturas y doctorados, para que me de cuenta que no cualquier hijo de vecina me está escribiendo. Y agregan también que han viajado alrededor del mundo, que tienen tantos pergaminos, que viven en tal sector. Como si a mí me interesara formar parte de otra clase social o de colectivos integrados por intelectuales. Yo soy pueblo y siendo pueblo voy a morir.
A raíz de las publicaciones de mis dos libros, estos últimos meses he recibido cantidad de halagos de gente que me dice que soy una escritora de trayectoria adjunto viene una notita para ver si les puedo haber el favor de circular tan invitación para tal evento, con mis contactos. Y es lo curioso yo no tengo contactos, tengo afectos y a mis afectos no les interesan las invitaciones para asistir a “eventos”. Hay que tener cuidado con la fama, nos engaña y nos eleva a las nubes más altas de donde en cualquier momento nos deja caer.
Hay otras personas que creen que me hicieron un favor comprando mis libros, que debo agradecérselos de rodillas, por la misericordia, a nadie he obligado a comprar ni he caído en el juego de la manipulación de los afectos para que lo hagan, y tampoco me he prestado a hacerles propaganda en eventos públicos, quien quiera comprarlos ya saben dónde están. Yo no publiqué para volverme millonaria ni para ser famosa, mis libros son de denuncia social, los escribí porque era mi responsabilidad no quedarme callada. Simple.
No me llevo muy bien con la fama ni con el éxito. Cada día mi instinto se agudiza más, son muchas las personas que ven en mí una plataforma para lograr contactos con otras, uno tiene que tener claro quién es y de donde viene. Eso de hacia dónde va no me interesa, yo soy ave migratoria y voy a donde me lleven los vientos del confín. Pocos son reales, no hay que dejarse impresionar.
Bueno, yo quería contarles en mi experiencia lo que es la fama y el éxito de una escritora indocumentada. De una bloguera. Y decirles que: siempre tomen en cuenta si el siguiente paso que van a tomar pone en juego su dignidad y los avergonzará, a veces el arrepentimiento no es suficiente y está de más cuando ya es tarde. Uno en la vida tiene que ser honrado con su pensamiento y su actuar, no digo que no se pueda equivocar pero una cosa es errar y otra el aprovecharse, trate de ser justo aunque esto signifique “ ser fracasado” para los demás.
No deje que lo compren, no se ponga en venta. No le falte el respeto a su dignidad que una vez perdida un ser humano ya no sirve para ni mierda.
Hay una canción que me dio un zarpazo en el corazón, y fue una de las primeras que entendí cuando comencé a aprender inglés, se las quiero dedicar se llama I hope you dance, la canta Lee Ann Womack. Y deseo que suceda con ustedes, que cuando les toque escoger si quedarse sentados o bailar, dedican bailar. Yo estuve muchos años sentada, ahora que bailo mi corazón encontró paz. La alegría es tan momentánea que no abrazarla con regocijo es deshonrarla.
No me idealicen, (no idealicen a nadie) que ni la fama ni el éxito me servirán cuando un día decidan deportarme de este país. Entonces ya no estaré en la nube donde muchos me ven hoy, llegaré a mi país con las manos esposadas y los pies engrilletados, pero con mi dignidad intocable. A la tumba uno no se lleva nada, ni el ego, ni el dolor, ni la fama; vivan, vivan cada instante con intensidad, estas letras la escribe una escritora pero salen del corazón de una limpiadora de casas y de una niña heladera.
Gracias por estar ahí, gracias porque son ustedes los lectores quienes han internacionalizado esta bitácora y la mantienen fresca y llena de ilusiones. Yo solo escribo…
Tal vez este escrito no tiene ni pies ni cabeza, pero tiene mi esencia que es lo que les quiero compartir: no se dejen deslumbrar por los espejismos que lo que verdaderamente importa en la vida no hay dinero que logre comprarlo.
Besos, mis amores.
Ilka Oliva Corado, Noviembre 28 de 2014. Estados Unidos.
https://cronicasdeunainquilina.wordpress.com/2014/11/28/el-exito-es-de-fabula/

Ferguson, un presente xenófobo.

Ayer veía de nuevo la película Mississippi en Llamas, -o Mississippi Burning su nombre en inglés- la vi cuando recién emigré pero no entendía palabra de inglés no la pude comprender en toda su expresión. El día que sucedió lo de Mike Brown pensé en esa película, también imposible que no viniera a mi memoria El Color Púrpura –The Color Purple- La cabaña del tío Tom –Uncle Tom´s Cabin- o el recuerdo de los veranos cuando me tocaba ir a dirigir juegos de fútbol a los barrios de afro descendientes, el ambiente es pesado y el aire ralo irrespirable no por ellos, no por la gente del lugar que me hacía sentir en mi arrabal, sino por el acoso constante de la policía.
La forma en que un hombre uniformado se siente superior y con el derecho de humillar a otro por su color de piel le hacer hervir la sangre a cualquiera que crea firmemente en la equidad y el respeto.
Tengo un amigo que es negro emigrado de África, negro noche cerrada, y cada vez que salimos veo cómo se le quedan mirando los blancos, con esa autoridad inquisitiva de la arrogancia y de sentirse parte de una dinastía exclusiva por un color de piel claro. Él baja la mirada y cuando lo hace yo lo tomo de la mano y cierro el puño fuerte, y le digo que no tiene nada de qué avergonzarse, que camine con la espalda recta y viendo de frente, porque su color de piel milenario tiene historia y debe honrarla. Honrar sus genes, a sus ancestros y también a quienes serán sus descendientes. No es mucho lo que yo puedo hacer para cambiar la forma en que las miradas blancas fulminan la autoestima de cualquier afro descendiente en este país xenófobo. Aún no les pasa el trago amargo de tener un presidente negro.
Para hacerlo sonreír le digo que ningún hombre blanco por más que se mate haciendo ejercicio jamás logrará tener los músculos tersos que tienen los negros, ni las mujeres esas curvas macizas que tienen las negras. Y es la verdad, no le estoy mintiendo. Le digo que ninguna voz de blanco se ha igualado a la de los negros que cantan Góspel. Tenemos el Blues, -le digo porque soy Garífuna y también soy negra- que tiene sus raíces en África y fue traído por esclavos a Estados Unidos, tenemos el Jazz que es un grito de protesta. Tenemos a los mejores atletas del mundo, sino que lo diga Cuba. No son los blancos más inteligentes que los negros. Tienen el poder, la tierra y el dinero porque mataron, torturaron y esclavizaron para poseerlo, pero de trabajo curtido nada. De digno no hay nada en la “dinastía de sangre azul.”
Hace varios años recién emigrada fuimos con mi hermana a pasear al Navy Pier, me estaba mostrando el centro de la ciudad de Chicago, hay una especie de malecón donde rebotan las aguas del lago Michigan, pensamos en almorzar ahí y como era domingo los restaurantes estaban llenos a reventar, hicimos cola y mientras esperábamos recuerdo que mi hermana quería mostrarme algo que había en un puesto donde vendían souvenirs, entonces fue y me gritó desde ahí, estaba tal vez a unos quince metros de distancia: ¡Negra! Y un niño afro descendiente que unos trece años que estaba atrás de mí le contestó temeroso: ¡Yes, ma ‘am! Yo sentí que me tragaba la tierra. Mi hermana cambiaba colores porque él escuchó nigger que es una palabra que se utiliza para dirigirse a una persona negra en claro tono peyorativo. Mi hermana se acercó y lo abrazó y le dijo que éramos guatemaltecas y que mi familia me dice de cariño Negra y trató de explicarle que es una palabra dulce. A mí me encanta que me digan Negra, mi familia me dice así y mis amigos del alma. En Guatemala es tan común pero aquí comprendí que mencionarla puede herir sentimientos y ser causal de agravio.
Al ver Ferguson en llamas en estos días, pensé en aquella fotografía legendaria de los puños negros levantados en el podio de los Juegos Olímpicos en México, en 1968 (cuando fue la masacre de Tlatelolco) la reivindicación del movimiento de Las Panteras Negras que denunciaba ante el mundo entero la humillación racial en Estados Unidos.   Y eso es un atleta de verdad, lo personal es político por ende el deporte también, pocos con ese nivel de conciencia y de agallas. Lo que vino después de ese momento lo podemos leer en relato, “Espejos” de Eduardo Galeano.
Viendo las manifestación en Ferguson en su mayoría de personas negras, vino a mi mente el libro The Help, Rosa Parks y su legendaria fotografía, de pronto el discurso “Tengo un sueño” de Martin Luther King, Jr. La mirada honrada de Malcolm X. Vino a mi mente el nombre de Harriet Tubman, mujer que luchó contra la esclavitud en la Guerra Civil estadounidense. Cómo olvidar el discurso pronunciado en 1851 por Sojourner Truth, en la convención de mujeres de Ohio. Búsquelo, llega al corazón de la médula.
Cómo no admirar el cabello afro de Ángela Davis que fue toda una denuncia social. El temple de Alice Walker al escribir El Color Púrpura. A Maya Angelou, con ese inspirador poema Phenomenal Woman. Está Gabrielle Douglas la primera gimnasta afro descendiente en ganar medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Cómo olvidar los puños de Muhammad Ali. El Poder Negro es inmenso, descomunal, tiene la garra, la euforia y al dignidad milenaria del continente del cual todos tenemos raíz. La hermandad mostrada en la enigmática historia de Ella Fitzgerald y Marilyn Monroe. El activismo de Ángela Davis y Gloria Steinem, muestra de la solidaridad la fotografía de ambas reivindicando el Poder Negro.
La escena final de la película Mississippi en Llamas es en un cementerio con la reunión de la congregación de la iglesia del poblado y los vecinos que van a rendirle una especie de homenaje a las víctimas del Ku Klux Klan, la cámara enfoca mientras la comunidad canta Góspel, una sola tumba con una lápida partida por la mitad donde se lee: 1664 para nunca olvidar.
El Nunca Más, latinoamericano. El Holocausto, “para que no se vuelva a repetir”.
Vino a pocos kilómetros del poblado que sigue siendo el corazón del movimiento del Ku Klux Klan en Illinois, ahí mismo vive la mayor parte de la comunidad judía sobreviviente del Holocausto, pero no viven negros ni latinos. Le dejo de tarea preguntarse por qué.
Y ése es el enorme trabajo de todos: no olvidar la memoria histórica, de quiénes fueron oprimidos, esclavizados, de quiénes dieron la vida por la libertad de otros, de quiénes levantaron la voz. No nos podemos quedar callados, callar es solapar.
Pero bueno, hoy Viernes Negro y el capitalismo en Estados Unidos hace de este día su agosto, hermoso sería que esas multitudes que abarrotan los centros comerciales un día como hoy se lanzaran a las calles a manifestar por Ferguson y Mike Brown, es mucho pedir que lo hagan por la reforma migratoria que legalizaría a quienes les limpian sus casas, cuidan sus niños, lavan sus carros y podan sus jardines, siembran las frutas y verduras que se comieron anoche en la cena de Acción de Gracias.
La conciencia cada día se pierde más en la vorágine de la comodidad, la apatía y la desmemoria.
Ferguson fuimos, somos y seremos todos en cualquier lugar del mundo, porque el racismo y la discriminación aunque con diferente bandera los solapamos todos.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
Noviembre 28 de 2014.
Estados Unidos.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El estigma del revolucionario.


 He venido dándome cuenta (porque no es secreto que recién estoy despertando de la modorra donde deambula la  generación de la desmemoria) que cada vez que toco puntos como : honra, identidad, memoria histórica, lealtad, apatía, justicia,  comodidad y violencia de género, soy atacada en el ciberespacio por lectores que se sienten con el derecho y la autoridad para insultarme, me acusan, -porque lo ven como delito o pecado capital- de ser revolucionaria Chavista y de ser una feminista ardida y extremista en mis argumentos contra los hombres.

 La palabra revolucionario, está muy lejos de mí, yo apenas comienzo a despertar, apenas comienzo a leer. Sin embargo una leve pronunciación de esas palabras desata la furia de quienes no tienen el mínimo de conciencia, que no entienden de  Derechos Humanos, equidad y  respeto. Algunos serán por ignorancia y por ser la esponja mojada donde la mediatización del sistema ha encontrado semilla fértil.  Otros llegan con todo el odio de quien conoce la historia y prefiere estar del lado del abusador porque ahí hay más beneficio económico, de poder y de impunidad.

Cuando los leo pienso en mis ancestros, en esos revolucionarios añejos, en las feministas brujas que fueron lanzadas  a la hoguera, en las que fueron torturadas y violadas por batallones de soldados. Pienso en los revolucionarios que fueron lanzados vivos a la boca de los volcanes hirvientes en lava, en quienes fueron amarrados con cadenas y se los tragó la profundidad del mar mientras agonizaban implorando un mundo mejor para las nuevas generaciones.  No me ofendo cuando los leo, en cambio pienso en los miles de desaparecidos, en los retazos de sociedad que pocos tratan  de remendar y de reconstruir para curar la herida y que seque.  Pienso en los que se quedaron luchando con un duelo, un vacío y un dolor ocre que aún no encuentra puerta de salida.

El mismo ataque recibo cuando toco la palabra homosexualidad, viene de los mojigatos, de los de doble moral, de afines al fascismo, de quienes son expertos en oprimir y humillar. Y me llueve el doble cuando hablo del aborto como un derecho de la mujer. Los insultos tienen variantes pero al final terminan con la relevancia en la ideología. Se asocia que solamente una persona de izquierda –por ende terrorista- puede pensar en el aborto y en la depravación de la homosexualidad.  Que solo una persona revolucionaria puede tener los alcances para el libertinaje, y que  por eso hay que exterminar a toda persona roja, comunista y anarquista.

Con esto me doy cuenta que la palabra revolucionario les da miedo, el mismo temor que les causa a los machistas la palabra feminismo (no soy feminista) por esa razón lo hacen ver como la copia barata del mismo.  Les atemoriza la dignidad, la ética, la mirada clara y la palabra precisa. Les causa pavor la justicia, la memoria histórica y la identidad. La libertad de la mujer como un ser en equidad. Les ofende la honestidad y la transparencia de quienes no tienen nada qué ocultar y buscan los mismos derechos y las mismas obligaciones para todos. Les asusta quedarse sin privilegios.

Hay de todo en todos lados, hombres revolucionarios machistas, mujeres que denigran el feminismo. Pero no son de los de verdad, de los de una pieza,  yo hablo de los seres cabales que llevan palo y no bajan la mirada, que son atacados y no bajan la guardia, que insisten y resisten, a pesar de los años, del cansancio, de la opresión. A pesar del sistema, de los orejas y ojetes. A pesar del machismo desmedido y de la educación patriarcal. Están ahí siendo estigmatizados por el imperio que teme que un día los revolucionarios liberen la mente de las masas y las inciten a actuar.  Les tiemblan los tibios solo de imaginar en una revolución.

Por eso la temática, el abuso, la impunidad, por eso el gasto millonario en la mediatización. Por eso las desapariciones forzadas, la limpieza social, los feminicidios. Por eso la deuda externa. Por eso invertir más en armas que en educación.  Por eso comprar a los hijos deshonestos que venden junto a la Patria a su madre.  Crecí en la pobreza extrema a causa del capitalismo, vivo actualmente en un país capitalista donde cada día me enamoro más del socialismo, brincos diera por ser revolucionaria,  soy apenas una mente adormilada que empieza a despertar.  Y sí mi sur es el sur, mi amor es el sur, mi ideología es de izquierda y  apunta hacia el sur. ¿Se preguntarán que hace una roja viviendo en un país capitalista? Aprendiendo día a día, aprendiendo del socialismo y de la abismal diferencia entre el totalitarismo. Esta realidad que vivo es mi trabajo de campo.

Pero para aclarar no me ofende que me llamen feminista, y mucho menos que me llamen revolucionaria, para mí es un honor, privilegio de pocos y  más cuando apenas estoy tomando conciencia de la realidad y de la memoria histórica.

El estigma de ser revolucionario es entonces la honra de los pocos que caminan por la vida viendo de frente, poniendo el pecho, hablando claro y siendo consecuentes en sus acciones que: libertan, llaman a la equidad, al respeto de los Derechos Humanos. A la búsqueda de la justicia, al fin de la impunidad.

Lleguen estas letras al corazón latente de los revolucionarios  que día a día sin importar las circunstancias  y fronteras: declaran, invitan, luchan, con la seriedad y serenidad de quienes saben que la sangre es de un solo color: rojo fuego, rojo vivo, rojo pasión, rojo revolución.

Y sí, soy roja ¿y? Así es que estos insultos yo los veo como la bienvenida oficial al mundo de los columnistas, de los poetas y de los escritores que, usan la letra como herramienta de denuncia social. 

¡Y aquí el que no brinque es chafa! A la salú de los revolucionarios de todos los tiempos, con mi  reverencia de niña heladera.

Posdata: y  a quien no le guste que se vista y que se vaya.

Ilka Oliva Corado.
Noviembre 27 de 2014.
Estados Unidos.