domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Guatemaltecos destacados?


Con el romanticismo que burbujea en el mes patrio con el que de pronto hasta los que sueñan con haber nacido en otro país y reniegan de Guatemala  se sienten emocionados y gritan celebrantes, ¡yo soy puro guatemalteco! –Pero no les gusta bailar el son-  y se sienten honrados de contar con la marimba y explotar el folklore, y hacen correr como desquiciada a la juventud que carga una antorcha encendida proclamando la independencia de la siempre oprimida Guatemala. La juventud a la que no le han inculcado el  hábito de la lectura, a la que no motivan a cuestionar, pensar, crear, dudar. A la que le cortan las alas, encarcelan, sodomizan, obligan a mendigar.  A esa juventud que enfilan y hacen sudar por las calles para que se emocione y marche y haga el saludo uno y recite la jura a la bandera y que baje la cabeza y se crea lo que las propagandas de partidos políticos dicen y lo  indague  lo que los noticieros esconden y lo que los medios de comunicación despilfarran carentes de contenido y de verdad.

El mes patrio celebran cuando a la patria la tienen mancillada, la hemos violentado todos y no es necesaria una tesis de universidad con su marco teórico para cantarnos las verdades; solo volteando a nuestro alrededor nos damos cuenta y viéndonos en el espejo para no ir tan lejos. ¿Qué hacemos nosotros como ciudadanos para engrandecer Guatemala? Poco o nada. Yo no le digo vuélvase clavadista  olímpico y láncese de cabeza desde la plataforma de diez metros en la piscina olímpica y desafíe la caída, “rompa el agua” y que esa base de concreto no lo desnuque. 
Tampoco le digo que tome la justicia en sus manos, aunque ganas no faltan de tener un Robin Hood, a un Zorro, un  Llanero Solitario, y cualquiera de esos personajes de la películas de ficción que acostumbramos ver.  No le hablo de los héroes reales con los que  ha contado La Patria Grande porque y de seguro se masca, porque dirá que soy sangrienta, que  soy una terrorista. No le hablo de ideologías, le hablo de hacer lo que es justo. Justo es no tirar basura en las calles, respetar las normas de tránsito, no colarse, no  enjuiciar en base a estereotipos. Lo justo es dudar de la honestidad  de un político que baila -en caballito de palo- cuando el pueblo se está muriendo de hambre, cuando los niños están siendo violentados, cuando da su firma para explotar la tierra que es sagrada, lo más sagrado que tenemos porque es Nuestra Madre. Cuando “alrededor de una cama” ordena masacres, asaltos, intimidaciones. Cuando hace desaparecer a quienes le piden cuentas cabales.

Con el solo hecho de dudar y no irse con la finta usted ya tiene un punto a su favor, seamos capaces de desconfiar y no maravillarnos con los colores de las pancartas y con los culos de las modelos y con los músculos de los bailarines que desfilan en  las carrosas de propagandas políticas. Además de dudar nosotros seamos capaces de incentivar a que otros lo hagan, a que les despierte la curiosidad y no crean firmemente en lo que puede jurar una persona por la vida de alguien ya murió. Y no deje que le falten el respeto aceptando en silencio o uniéndose a la mofa de aceptar ser el hijo postizo de una  delincuente. Peor aún no permita que masacren a sus hermanos que han puesto el pecho en la defensa de la tierra mientras usted se queda de brazos cruzados. No deje que después de muertos los medios de comunicación los deshonren, los calumnien, ensucien sus memorias dignas. No permita que mueran más, no permita que el silencio lo avasalle, porque hoy son ellos mañana puede ser usted.

Seamos de los estudiantes universitarios que no creen en todo lo que dice el profesor, no seamos catedráticos mediocres y acomodados siempre cuidando el hueso y el puesto, acepte a que los estudiantes lo reten, lo cuestionen, lo arrinconen y enséñeles a que no se queden con la primera respuesta. Seamos de los empleadores que pagan el salario justo, seamos de los empleados que respeten sus horarios de trabajo y el trabajo mismo. Respetemos las diferencias; las etnias, los idiomas, las costumbres, la identidad sexual  de los otros. No nos valoricemos en base a rangos, títulos, propiedades, color de piel y apariencia, dejemos esas etiquetas obsoletas y atrevámonos a vernos con los ojos del corazón. A valorar a una persona por lo que es y por lo que hace para contribuir al desarrollo del país, su aporte a la humanidad,  y no por lo que tiene en formato económico, títulos de propiedad y esas tranzas.

¿Ser guatemalteco destacado? ¿Qué es destacar? ¿Destacar en dónde? ¿Para qué, para quiénes? ¿Por qué es necesario destacar? Está por acabar septiembre el afamado mes patrio, pero Guatemala existe y se desmorona todos los días del año, somos guatemaltecos el año entero no solo en septiembre, pues  todos los días del año aportemos, cuestionemos, actuemos, en nuestros campos, con nuestras herramientas. No esperamos aplausos, fotografías, reconocimientos. No lo hagamos buscando el hueso, el aumento, los puntos extras, la mención honorífica. Denunciemos, cerremos filas cuando algo no es justo, en Guatemala hay demasiada injusticia y nosotros la encubrimos con nuestra apatía. Con nuestro nunca actuar, con nuestro siempre estar deseando ser de otro país menos del nuestro.

¿Se siente honrado de ser guatemalteco? Pues haga que Guatemala se sienta honrada de tenerlo a usted como hijo.  Siempre para estos días los medios de comunicación se lanzan aquellas sus encuestas, sus estudios y sus entrevistas en las que destacan los valores de guatemaltecos que han puesto el nombre el país en alto. Me atrevo a decir que nunca le leído que mencionen a los emigrantes indocumentados. De pronto para apacharle el ojo al macho entrevistan a más de algún comerciante que logró hacer su fortuna en el extranjero a costa de la nostalgia de sus paisanos indocumentados. Y lo ensalzan y lo alaban y le hacen creer al lector que sí, en el extranjero se sobresale y se triunfa y el éxito es desmedido. Ellos, estos entrevistados no representan para nada a la comunidad migrante indocumentada. También entrevistan a los que migran sentaditos en un avión y tienen sus papeles en orden, estudian en universidades extranjeras y consiguen trabajo en empresas de renombre. Ellos tampoco representan a la migración indocumentada y forzada por el hambre y el olvido del sistema y la apatía de la sociedad.

Este éxodo del que poco se habla para bien, es ni más ni menos el que saca  a flote el país porque puntual envía millones de dólares en remesas. Así es que si hablamos de guatemaltecos “destacados” ahí está el lomo de los de la mano de obra barata y discriminada que añoran el hermoso suelo del que muchos reniegan.

No olvidemos lo que es justo, estos millones que estamos fuera del país también contamos; no saldremos en entrevistas de televisión, no desfilaremos en alfombras de galas y no recibiremos reconocimientos y aplausos por nuestra destacada participación internacional. Pero somos los meros tatascanes, las remesas que convertidas en dólares llegan al país para demostrar que afuera hay gente cabal, honesta, justa y no olvida.
¿Guatemaltecos destacados? No olviden incluir en la lista  las parvadas que  hemos migrado en condiciones infrahumanas y que aún con la llaga viva de la frontera seguimos bailando el son y no como folklore, sino como el dólar verde, que en Guatemala es “…El de las altas torres verdes/ el de las altas torres verdes, verdes/el de las torres verdes, verdes, verdes/ y en fila india indios, indios, indios/incontables como cien mil zompopos.” –Tecún Umán, Miguel Ángel Asturias.-

Ilka Oliva Corado.
Septiembre 28 de 2014.
Estados Unidos.





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