jueves, 27 de febrero de 2014

Nebaj, herido, pero no ha muerto. Se manifestaron familiares de víctimas de la guerra sucia.









Miguel Ángel Albizures

Un 23 de febrero, de hace ya 15 largos años, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), hizo entrega al pueblo de Guatemala de su informe, en el cual se recoge la trágica historia de nuestro país, de los pueblos arrasados, de los detenidos desaparecidos, de los torturados, de las violaciones de mujeres y de millares de ejecutados por elementos del Ejército. Es decir, la CEH profundizó en la historia cruenta de Guatemala, con el objetivo de que entendiéramos y lucháramos para que nunca más vuelva a suceder.

Algunos creen que tirando una carpa encima del pasado, se cubre y se olvida todo. Que dejar tranquilos a los victimarios, sin que asuman la responsabilidad de lo que hicieron, es lo mejor que podemos hacer, pues para qué volver los ojos atrás si encontramos osamentas en cuarteles y destacamentos, en montañas y barrancos, en fosas comunes o en terrenos de la Policía, y hasta en escuelas que fueron tomadas por las fuerzas armadas. 

El martes 25, por las calles de Nebaj, se manifestaron familiares de las víctimas de la guerra sucia, portando carteles y mantas con nombres de sus familiares asesinados o detenidos-desaparecidos, y exigiendo respeto a la memoria y dignidad de ellas. Para ellos la “reparación y el perdón son pilares de la paz”, pero entendiendo que la justicia es el centro de la reparación y que sin ella no puede haber reconciliación posible.

“Sí a la democracia, –gritaron– pero no al olvido”, pues jamás se puede construir el futuro, con el silencio cómplice de un pueblo por los crímenes más brutales de su historia. Con justa razón, los nebajenses proclamaron que no querían que la historia se repitiera, pero tampoco que sigan la marginalidad y la pobreza, y su grito fue más fuerte cuando proclamaron: “Queremos que los poderosos quiten sus botas de encima de nosotros, porque Nebaj sigue siendo víctima de la guerra política y económica”.

Una anciana con el rostro lleno de surcos, levanta un cartelón: “Ayúdenme a encontrar a mi hijo” y, así como ella, otras portaban cruces con los nombres y fotos de sus familiares desaparecidos. Las lágrimas siguen rodando. Los días, meses y años trágicos permanecen en la memoria del pueblo Ixil y siguen esperando que se haga justicia, mientras los victimarios piden amnistía en reconocimiento de su responsabilidad de crímenes que no prescriben ni pueden ser amnistiados. Por eso, reafirmaron en uno de sus grandes carteles: “El pueblo de Nebaj está herido por el conflicto armado interno, pero no ha muerto”. Y así es, ellos seguirán luchando como lo hicieron antes para sentar en el banquillo a uno de los que intentaron exterminar a su pueblo.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140227/opinion/243319/



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